China está fabricando ya vehículos con una calidad equiparable a los europeos pero a precios imbatibles y -según la Unión Europea- con subvenciones que en Europa serían ilegales para copar el mercado. La Eurocámara acaba de darse cuenta de que, con la normativa actual, puede haber firmado la sentencia de muerte de la industria de automoción europea y ya se plantea lo inconcebible: aranceles de hasta el 50% a la importación de vehículos chinos.
El siguiente movimiento estaba claro: La china Chery ha firmado un acuerdo para empezar a producir vehículos en la antigua planta de EBRO/Motor Ibérica/Nissan y evitar así estos aranceles. El acuerdo contempla que parte de la producción será diseñada localmente y vendida con la marca EBRO.
Es el modesto inicio de una riada que puede acabar con las principales marcas de vehículos europeos, que se verán relegadas al nicho de vehículos alta calidad y de lujo ya que será imposible competir en precio.
La electrificación forzada de Europa es una ganga para China. Miles de trabajadores cualificados que fabricaban el motor y sus componentes y los talleres que le daban el mantenimiento periódico irán al paro. Los motores eléctricos son de fabricación muy sencilla con pocas piezas muy duraderas, pero sus imanes y las baterías que los alimentan deben ser importados del país asiático. Incluso las fábricas de baterías europeas que con tanto énfasis nos muestran los medios de comunicación son poco más que cadenas de montaje de componentes extraídos, procesados y manufacturados en China.