A partir del 7 de julio, la semana que viene, todos los vehículos nuevos -incluidos camiones, autobuses y furgonetas- estarán obligados a incorporar 10 nuevas ayudas a la conducción que se espera que reduzcan la siniestralidad (ADAS, Advanced Driver Assitance Systems).
Como ya ocurrió con otros avances en seguridad -cinturones de seguridad, ABS, estructuras deformables…- estos asistentes empezaron su andadura como extras en vehículos de alta gama pero a medida que la tecnología ha ido madurando se incorporaron a más y más vehículos hasta que se convierten en obligatorios.
Los nuevos sistemas obligatorios son asistente de velocidad inteligente, cámara trasera con detección de tráfico cruzado, alerta de cambio involuntario de carril, alcoholímetro anti arranque, avisadores de somnolencia y pérdida de atención, frenado de emergencia con protección especial para usuarios vulnerables, registrador de datos (caja negra), alerta de cinturón en las plazas traseras, control de crucero adaptativo y sistema de control de presión de neumáticos.
Como todo aparato, su incorporación es compleja. Aumentarán el coste de los vehículos, serán fuente de averías -muchas de las cuales inmovilizarán el vehículo- y obligarán a los talleres a actualizarse una vez más. Pero según un informe del Parlamento Europeo, hasta 25.000 muertes y 140.000 heridos graves se podrán evitar en los próximos 18 años gracias a ellos.
Actualmente hay un pequeño escollo, que esperamos que en breve se supere. La principal función de las ITV es comprobar el funcionamiento correcto de los dispositivos de seguridad, pero a día de hoy sólo están reglamentados cuatro de ellos, por lo que no hay protocolos para diagnosticar al resto de esta invasión de ordenadores y varios fabricantes no facilitan los datos para crearlos.