Dostoyevski, dedicó cientos de páginas de «Los hermanos Karamazov» a filosofar sobre si, cuando no crees en un Dios que te vigila constantemente, todo el mal está permitido y sólo debes temer a las autoridades (que son fáciles de burlar). George Orwell en «1984» imaginó un mundo en que el estado te vigila permanentemente, como el todopoderoso Dios cristiano, gracias al abuso de la tecnología. «El Gran Hermano te vigila», la famosa frase de la esta obra maestra, avanza hoy un paso más.
Ford ha patentado en EE.UU. una idea. De momento sólo es eso, una patente, pero patentar cuesta dinero y no se hace si no se espera obtener beneficios. Como mejora la seguridad vial, es posible que pronto la acabemos viendo aplicada, ya que la tecnología está ahí y sólo se necesita añadir software sencillo.
La idea es simple: los coches modernos están llenos de sensores, cámaras, radares de varios tipos, GPS y conexión a internet. Entonces ¿por qué no aprovecharlos para hacer más cosas?
Una de las cosas que pueden hacer es detectar la velocidad de otros vehículos en la misma vía y, si superan la velocidad máxima, hacerle una foto o vídeo y enviarla automáticamente a las autoridades de tráfico junto con las coordenadas del lugar y la hora exacta donde ocurrió la infracción. Si no hay cobertura de internet, se guardan los datos para enviarlos cuando sea posible e incluso se habla de la posibilidad de que el sistema detecte otros vehículos con mejor conectividad y les traspase la información para que la retransmitan ellos.
No es que haya llegado la era de los “coches chivatos”. Es que ya estamos en ella. Hace mucho tiempo que la policía puede descargar los datos de nuestro GPS para averiguar las causas de un siniestro, y desde este año todos los vehículos nuevos llevan obligatoriamente una “caja negra” que registra todos los parámetros de los segundos previos a un accidente.
Es difícil que la población en general acepte de buen grado que tu propio coche lleve el equivalente de un tacógrafo digital, como el de los camiones pero mejorado, que automáticamente te denuncie si corres demasiado, pero saber que ese que te acaba de adelantar a toda velocidad se llevará su merecido… es tentador para muchos.
Para cerrar este artículo que ha empezado de forma tan literaria, nada mejor que una cita de otro de los grandes, Bertold Brecht, que puede hacer reflexionar a los que desearían multar a todos los que corren más que ellos:
«Primero se llevaron a los judíos,
pero como yo no era judío, no me importó.
Después se llevaron a los comunistas,
pero como yo no era comunista, tampoco me importó.
Luego se llevaron a los obreros,
pero como yo no era obrero, tampoco me importó.
Mas tarde se llevaron a los intelectuales,
pero como yo no era intelectual, tampoco me importó.
Después siguieron con los curas,
pero como yo no era cura, tampoco me importó.
Ahora vienen por mi, pero es demasiado tarde.»