Esta mañana se ha sabido que cerca de 3.000 personas han resultado heridas de gravedad y al menos 9 han fallecido al explotar simultáneamente sus aparatos buscapersonas.
Según se desprende de la poca información disponible de momento, los servicios secretos de Israel interceptaron la compra de unos 3000 de estos aparatos de comunicación por parte de Hezbolá y los sustituyeron por otros idénticos pero con una pequeña carga explosiva y el software hackeado. Algunas fuentes indican que en lugar de detonar una carga explosiva, el software provocaba una avalancha de datos que sobrecarga el aparato y hace explotar su batería de litio normal al recibir cierto mensaje enviado por el Mosad.
Hezbolá no utiliza teléfonos móviles dado que son muy sencillos de rastrear, por eso utilizan redes privadas de buscapersonas que, a pesar de ser un servicio que ya considerábamos totalmente obsoleto, es mucho más seguro.
O eso creíamos. Estos aparatos, al igual que los teléfonos móviles, se llevan siempre pegados al cuerpo -normalmente en bolsillos o colgados del cinturón- por lo que una explosión muy pequeña basta para provocar graves heridas. E Israel está convencido que, siendo aparatos que no muestran la localización del usuario, sólo se distribuirían entre los combatientes y líderes de la guerrilla.
Ha nacido una nueva arma para la guerra no convencional. ¿El mismo sistema podría utilizarse para hacer explotar teléfonos móviles de disidentes o terroristas? Todavía no se sabe, pero parece que es posible.