La logística es el motor de nuestra sociedad. Sin una logística eficiente que mueva las mercancías por todo el país, las ciudades no serían habitables, las fábricas tendrían que parar, no podrían fabricarse ni distribuirse medicinas ni alimentos… También los eventos culturales y recreativos precisan de una muy estudiada organización logística para llevarse a cabo.
Acabamos de ver en medios de comunicación un publirreportaje de pago en que el patrocinador logístico de la recientemente finalizada Vuelta Ciclista saca pecho de su eficiencia y nos promociona “discretamente” sus servicios.
30 camiones y 15 plataformas durante 21 días moviéndose entre 42 poblaciones de España y Portugal, perfectamente coordinados para realizar cada día el montaje, desmontaje y transporte de vallas, podios, y carpas.
Ciertamente es una gesta de la que estar orgulloso.
Pero mientras que estos 30 camiones y no sabemos cuánto personal del patrocinador, Correos, estaban deslumbrando a la audiencia con su eficiencia, el servicio postal ordinario ha marcado unos mínimos que no se veían desde hace décadas.
Como ya comentamos el lunes pasado, en diversas zonas de oficinas la entrega de cartas simplemente se suspendió todo el mes de agosto por falta de personal. Y en algunas zonas rurales, hemos constatado la ausencia de servicio por más de 2 meses. Siempre sin ningún tipo de aviso.
Ciertamente la entrega de correspondencia física es mucho menos relevante que hace unos años gracias a la creciente digitalización, pero sigue siendo necesaria.
Que gasten dinero público en promocionar el esfuerzo que han invertido en un patrocinio ajeno al fin de su empresa, cuando dejan de realizar su función por no poder cubrir bajas y vacaciones del personal, es cuando menos indignante.