A bombo y platillo se acaba de anunciar que el próximo lunes 22 -con sólo 4 meses de retraso y tras cuantiosas inversiones públicas- empezará a funcionar la “autopista ferroviaria” Madrid-Valencia. La previsión es que llegue a sustituir a un máximo de 16.000 viajes en camión por año
Un objetivo modesto, teniendo en cuenta que según el IVE (Instituto Valenciano de Estadística) había 266.907 camiones sólo en esta comunidad el año 2020 (última estadística mostrada en su web)
Pero la infraestructura montada para llegar a ello muestra porqué difícilmente se alcanzarán los objetivos: todos los semirremolques que se suban al tren son propiedad de Transitalia. Eso implica más transbordos de mercancía y una estructura monopolística. Los vagones a los que subirán son propiedad de Tramesa, las locomotoras pertenecen a Medway y las vías, compartidas con RENFE, son de ADIF. Si sumamos los viajes hasta y desde las estaciones/puntos de transbordo/distribución, nos queda un conglomerado de manos por las que debe pasar nuestra mercancía que suman retrasos, mermas y diluyen la responsabilidad en caso de problemas.
Para redondear el tema, el servicio empezará con un único tren semanal. Luego parará por vacaciones, y en septiembre se empezarán a incrementar los servicios hasta llegar a un máximo de 4 trenes semanales. Una pesadilla para el transporte de perecederos y la mayoría de empresas, que necesitan servicios Just In Time.
