Desde hoy 3 de junio a las 10:00 hasta mañana a la misma hora, agricultores españoles y franceses tienen previsto cerrar las fronteras por carretera. Nuevamente la libre circulación de personas y bienes en el territorio común será papel mojado.
Las lícitas protestas de este colectivo, volverán a perjudicar gravemente al sector del transporte del que dependen.
Agricultores de ambos países tienen un objetivo común: frenar las importaciones de alimentos extranjeros producidos sin las trabas administrativas ni los requisitos de seguridad laboral, alimentaria y medioambiental que se exigen en Europa. La normativa europea ha convertido en antieconómicas las explotaciones agropecuarias del continente, y las grandes distribuidoras simplemente compran lo más barato. Ante la avalancha de productos extracomunitarios de bajo coste, procedente de explotaciones que estarían totalmente prohibidas en Europa, el agricultor local está forzado a vender a precios por debajo de su costo o abandonar la explotación.
Curiosamente la Eurocámara ni se plantea la posibilidad de prohibir la entrada de productos que no cumplan sus propios estándares. Ya hemos eliminado tantos agricultores y ganaderos que no podemos prescindir de las importaciones. Los pocos que quedan se movilizan para pedir que se suavice la normativa ambiental para ser competitivos.
Esperemos que, esta vez, no haya que lamentar agresiones y camiones españoles quemados en Francia ni marroquíes en España, como viene siendo habitual. El transportista no es responsable del comportamiento ético de gobiernos ni grandes distribuidoras.