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La norma Euro 7 que afectará a todos los vehículos nuevos, es bastante similar a la actual Euro 6 en lo que a emisiones del motor se refiere. El principal cambio se refiere al control de otra fuente de contaminación, las partículas que se producen por el desgaste de neumáticos, frenos y embrague.

Nuevos diseños y materiales reducen el desgaste y por tanto la emisión de este fino polvo que podría perjudicar nuestra salud (y de paso aumentar la duración de estos componentes vitales con el consiguiente ahorro) pero para que cumplan su misión deben necesariamente gastarse.

Podría envolverse estos componentes en cubiertas con filtros y aspiradores para captar las partículas extremadamente finas que se producen, pero no es posible envolver totalmente los neumáticos y los frenos dependen de un importante flujo de aire para su refrigeración. Así que empiezan a aparecer soluciones de otro tipo: ya que no se pueden absorber y filtrar las que produce directamente nuestro vehículo podemos compensarlas, al menos parcialmente, reteniendo las que han producido otros.

Ya están en el mercado unidades de filtración con ventiladores que aspiran parte del aire mientras circulamos -en los eléctricos incluso mientras estamos parados cargando las baterías- y absorben estos contaminantes.

Estas partículas son muy finas, por lo que los filtros de aire antipolen del habitáculo no las retienen y no pueden considerarse como parte de este sistema (al menos de momento).

Pronto pagaremos por este nuevo artilugio en todos los vehículos nuevos, que además implica un aumento en el consumo y añade a la factura del taller la comprobación, cambio y reciclaje seguro de más filtros.

Empresa de transporte de mercancías por carretera en Barcelona

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